Resistentes al conflicto.
Por Carlos Andrés Valencia Masso
La trocha es la carretera que comunica a Quibdó, capital del departamento del Chocó con Antioquia y es conocida así porque no tiene nada que envidiarle a las trochas que abrieron los primeros arrieros procedentes de Jericó, Antioquia en 1870, cuando se adentraron en el Chocó en busca de nuevas tierras que colonizar y guacas que desenterrar. La trocha comprende noventa y siete kilómetros entre el municipio del Carmen de Atrato y Quibdó, que un camión o un bus recorre en doce largas y tediosas horas; noventa y siete kilómetros que en una buena carretera se hacen en dos horas.
Junto a este camino desciende el río Atrato, deslizándose desde la serranía del Citará, exhibiéndose ante la exuberante naturaleza de montañas que alcanzan los dos mil metros sobre el nivel del mar. Pero junto a esta belleza paisajística se ha desenvuelto a lo largo de muchos años y como en todo el país un conflicto armado que ha visto pasar a casi todos los grupos armados desde el EPL hasta el ERG y las FARC y toda la guerra con los paramilitares del suroeste antioqueño. Lo que ha dejado a su paso muerte, desolación, desplazamiento y pobreza.El ocho es un sector de la trocha a unos cinco kilómetros del Municipio de El Carmen de Atrato sus tierras son dedicadas a la agricultura y al ganado, esta zona a lo largo de muchos años fue un asentamiento campesino que con los años y las presiones del conflicto quedo reducido a una casa habitada, la de doña Marina y don Libardo, su vivienda está ubicada junto a la que una vez fue la escuela mixta del ocho, este es un típico hogar campesino de corredor largo, de paredes y puertas coloridas, adornado de hermosas flores como besos, anturios, begonias sembradas por doña Marina Torres, una mujer de 58 años, de cabello corto, de aproximadamente un metro con cincuenta y nueve centímetros y un prominente lunar en su pómulo derecho, ella es madre de dos hijos, lizardo quien murió de hepatitis y edilson quien ya formo su propia familia, doña Marina ha compartido su vida con don Libardo Restrepo, un hombre que próximamente cumplirá 69 años, trabajador y luchador en su tierra, a quien le ha tocado vivir la guerra desde la presidencia de Laureano Gómez cuando tuvo que abandonar la escuela que apenas comenzaba para escapar de la matanza a los liberales.
Don Libardo y doña Marina se resistieron desde siempre ha abandonar su casa en el ocho pese a los constantes enfrentamientos
entre paras y guerrilla, “Yo dije una vez que no me iba a ir a mendigar panela, si nos morimos, nos morimos llenos, porque uno con hambre, mejor sería morirse, pero nos paso de todo, todo el que llevaba nos regañaba” dice don Libardo mientras se quita su viejo sombrero y suelta el surriago que le sirve de bastón para recoger los potreros de su pequeña finca donde tiene 30 cabezas de ganado.
No siempre cuidó de sus propios bovinos, por muchos años fue el hacendado de la finca las nieves la cual queda muy cerca de su actual casa, pero al otro lado del río Atrato, donde recibía los semovientes a utilidades, lo que le trajo por muchos años dolores de cabeza, pues como asegura él “nunca les di vacuna” refiriéndose a la guerrilla, “pero como no les daba se iban y se comían los mejores novillos”. Pero las perdidas incrementaron aún más con la aparición de los paramilitares, pues estos al ver que los hombres del Ejército Revolucionario Guevarista (ERG) se comían el ganado dejando los restos esparcidos por los potreros, ellos procedían de la misma manera.
La guerra se recrudeció después de la toma guerrillera a El Carmen de Atrato en el año 2000 pues la ausencia del estado en ese solitario paraje fue total y quedo reducida a algunos disparos de enfrentamientos entre el ejército y los guevaristas. La zozobra era total “cuatro grupos guerrilleros hubo en esta región, eso era mucho pa’ tampoquita cosa” asegura don Libardo refiriéndose a el paso del EPL, y la presencia constante de el ELN, las FARC y el ERG y es que por la carretera hacia Quibdó no transito un solo vehículo en 13 meses para evitar el accionar de esos grupos al margen de la ley, “Sin embargo yo a diario bajaba y subía por acá, pues andaba entusado y con ganas de hacerme matar” dice José Félix Marín el conductor de un camión Dodge modelo 69 que transporta mercancía hacia Tado, y quien no puede resistir soltar la arepa que tenía en la mano para entrar en la conversación, pues es amigo de la casa y diario que pasa se detiene para comer algo.
El orden público en la zona fue muy delicado pues alias “José” uno de los cabecillas del ERG sembró el terror en la zona, masacraba a quien a su parecer fuera del ejercito “los bajaba del bus y pal río con ellos” dice don Libardo, incluso estas personas evitaron muchas muertes “El ayudante bus y yo tuvimos que intervenir para que no mataran a unos muchachos ya los tenían en el río y decían que eran informantes del ejercito” afirma José Félix el conductor del Camión, las historias al respecto son interminables pero hoy las cosas han cambiado.
Con la muerte de alias “José” a manos de sus propios hombres y la desmovilización del ERG en septiembre del año pasado, hoy el panorama es muy distinto, la presencia de la policía es permanente patrullando la zona, además muy cerca de la finca esta un contingente del Batallón Manosalva, quienes han logrado mantener al margen al frente 34 de las FARC.
Hoy don Libardo y su esposa viven un poco más tranquilos, y han visto el retorno de los desplazados esos mismos que fueron sus vecinos y que han regresado de todas partes del país para reconstruir lo poco que esta guerra absurda les ha quitado, y son los que regresan quienes han bautizado a estos esposos como “Los Padres del Ocho” esos que nunca claudicaron en su afán de defender lo poco que tuvieron resistiendo el conflicto y quienes cuentan todas las historias que se han desarrollado en la bella trocha chocoana.