25 de mayo de 2008

GENESIS DE UNA MIGRACIÓN


Por Gabriel Jaime Aguilar Correa



A 1700 metros sobre el nivel del mar, sobre la falda oeste de la cordillera occidental, enclavado entre montañas todavía resonantes de verdes arboledas, con uno que otro potrero, con cultivos de Café, maíz y frijol, a una distancia de 111 kilómetros de la capital de los Chocoanos, cuya carretera apenas se culminaba, y a 123 de la de los Antioqueños, con escasas 6 calles y no más de 9 carreras, armonizado con una plaza principal en construcción, una iglesia monumental, unos cuantos bares, cantinas y tiendas, era el municipio de El Carmen de Atrato del naciente Departamento del Chocó, para el año de 1947, donde las posibilidades de trabajo eran pocas y la única fuente era la agricultura, la ganadería, y si contaba con suerte ingresaba a laborar en el Distrito de Carreteras que construía la única vía de acceso de esta región. Por esa época, en la que GAITAN, promulgaba su oratoria fluida a los oídos de un pueblo corto de vocablo, en la que MAO, asumía el gobierno en China continental, y surgía la Organización de las Naciones Unidas, se reunión en las afueras de un viejo y aun existente Café denominado "El Atrato", para departir sus sueños de viajar y conocer para prosperar y sustentar una familia. En esa época ya se había inventado la Televisión pero aún no había llegado a Colombia, donde pocos eran los que poseían un radio de tubos, siendo afortunados pues se enteraban a primera mano de los in sucesos, y donde el automotor apenas incursionaba en la vida de esos pueblerinos soñadores. Entre éstos estaban RAMON y ANTONIO RESTREPO, quienes quisieron romper la monotonía de entonces y decidieron dejar la tierra de sus padres para aventurarse hacía el Pacifico en busca de una buena ventura; recogieron sus pocas pertenencias y con tan solo la bendición de sus progenitores y alguno que otro peso prestado abordaron el viejo Ford escalera (Chiva), viajaron hasta las orillas del río Cauca, donde queda la Estación Férrea de Bolombolo, distante a unos 55 kilómetros, en donde vieron por primera vez a las humeantes locomotoras de vapor que arrastraban los carruajes repletos de pasajeros, de animales e insumos. Allí le dijo RAMON a su hermano ANTONIO "Esta es la génesis de una migración, vamos hermano, vamos en busca de la buena ventura". Abordaron el caballo de acero el cual hacía sonar su silbato peculiar Tuuu, Tuuu, y el Cha, Cha, Cha de las ruedas, las cuales rodaban hacia el sur, hacía su destino final, Buenaventura. Fueron cuatro días de larga trayectoria, de conocer pasajes soñadores, de verdes praderas, de bosques vírgenes, de amplios valles, de riveras desbordantes de belleza, de escarpadas montañas, hasta llegar a la pequeña población de Buenaventura, la cual se concentraba en la Isla del Cascajal. Pasaron los RESTREPO, por el ya existente puente del Piñal, contemplaron por primera vez el agua verdosa del mar de balboa, las canoas cargadas de plátanos, pescado y cocos, sintieron el calor de la costa el sudor meloso y aire salino los envolvía, y a su vez eran refrescados por una leve brisa marina. Ellos llegaron a la estación (Hoy Hotel Estación), sin conocer a nadie, se abrieron paso, cumplieron el sueño, en comerciantes se convirtieron y aquí en este Puerto murieron. Ellos fueron los primeros Carmeleños que abrieron el sendero para que otros, de otras generaciones llegaran constantemente en el lapso de 61 años a esta ciudad, a engrandecer en muchas facetas la actividad de es Buenaventura, que adoptó a estos pueblerinos como hijos propios y que aportaron y siguen aportando, en forma silenciosa y sigilosa al crecimiento de la que hoy es esta ciudad Puerto. Ya son hijos propios los retoños, nietos y bisnietos de unos Chocoanos que migraron en búsqueda de sueños y aquí los encontraron.

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